Antonio Raimondi en Cajabamba.

 

 
Fotografía: Biblioteca Nacional del Perú

El científico e investigador naturalista Antonio Raimondi, en su obra “El Perú”, Tomo I, parte preliminar (1874), nos presenta el resultado de sus arduos viajes de trabajo e investigación, recorriendo el territorio nacional durante diecinueve años; de esta manera, Raimondi llegará a la ciudad de Cajabamba en dos ocasiones, siendo su primera visita en los primeros meses del año de 1860.

“Salida de Trujillo para la provincia de Pataz: Salí de Trujillo para el mineral de Salpo, donde se encuentran ricas vetas de plata y oro; recorrí la provincia de Otuzco, y atravesando la cordillera, pasé en seguida a la de Cajabamba, visitando el mineral de Araqueda, cuyas minas situadas en el cerro de Algamarca, son muy abundantes en cobre gris argentífero (Pavonado). Visité la población de Cajabamba y los elevados cerros que la dominan; seguí después a la provincia de Huamachuco, reconociendo los cerros minerales que hay cerca de la capital y las célebres ruinas de Marca-Huamachuco” (Raimondi, 1874: p.151).

Su segunda visita, la realizará en el año de 1869: 

“Camino de Cajamarca a Huamachuco por la provincia de Cajabamba. - De Cajamarca habría podido pasará Trujillo y seguir por mar hasta el Callao; pero me quedaban todavía algunos puntos, que ver, y entre ellos los distritos de San Marcos y de Ichocán. (…) A menos de tres leguas de distancia del pueblo de Ichocán, atravesé el rio de Cajamarca que baña Jesús, y luego me hallé en la orilla de otro mayor llamado de Condebamba, el cual pasé dividido en dos brazos. El camino sigue por más de una legua a través de terrenos bajos y pantanosos, donde reinan en todas las épocas del año, temibles fiebres intermitentes; y subiendo en seguida una media legua, continué la marcha sobre una meseta hasta la ciudad de Cajabamba. Dos días después dejé la población, con su agradable temperamento, para seguir mi viaje hacia Huamachuco, saliendo del departamento de Cajamarca para entrar al de la Libertad” (Raimondi, 1874: p.416).

Este impulso científico se vinculaba, además, con el auge del positivismo y la ciencia aplicada en el siglo XIX, donde el conocimiento natural debía tener también un fin práctico, la explotación minera, el desarrollo agrícola o el aprovechamiento medicinal de plantas. Así, los viajes de Raimondi no fueron simples exploraciones descriptivas, sino expediciones sistemáticas que recogieron datos estadísticos, mapas, muestras minerales y observaciones médicas, integrándose a la tendencia científica de catalogar y clasificar la riqueza natural del Perú.

F. Urbina


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