La Sala Natividad.


Foto: Archivo Raúl Urbina.
Pintura: El rapto de las hijas de Leucipo-Rubens,(Copia de gran recordación que se exhibió en la entrada de la sala).
La ciudad de Cajabamba, no fue ajena a esta corriente arquitectónica. Gracias a la visión filantrópica del comandante Leoncio Martínez Vereau en 1944, el apacible panorama urbano se transformó con la construcción de la “Sala Natividad”, un espacio que llevaría el nombre en memoria de su madre, Natividad Vereau. En un terreno adquirido con su propio peculio y donado para este proyecto se convertiría en un emblema de la modernidad en la toda región (Urbina, 2008, p. 79). El diseño de la sala estuvo a cargo del destacado Arquitecto cajabambino Ismael Eliseo Bellina Pimentel, mientras que la construcción fue liderada por el ingeniero Domingo Carrasco. Este esfuerzo conjunto representó un hito arquitectónico para Cajabamba, que por primera vez contaba con una obra de tal envergadura.
El estilo arquitectónico de Don Eliseo Bellina estuvo influenciado por el Art Déco y el eclecticismo arquitectónico que combinaba elementos clásicos con innovaciones modernas, otorgando a sus obras un carácter único y perdurable. Sus obras han dejado huella en todo el país, entre sus trabajos destacan la reconstrucción de las bóvedas de la Basílica de María Auxiliadora de Breña, tras el terremoto de 1940, la construcción de la iglesia matriz de Sullana, la Parroquia San Juan Bosco en el Callao, entre otras.
La desaparición de la Sala Natividad, pone de manifiesto la falta de cuidado hacia el patrimonio arquitectónico local. Mientras que en otros países se preservan cuidadosamente los monumentos Art Déco como testimonios de identidad cultural e histórica, Cajabamba permitió que esta valiosa obra desapareciera. Este triste desenlace subraya la necesidad urgente de proteger y valorar el legado arquitectónico, que no solo cuenta la historia de una comunidad, sino que también puede ser un pilar para su desarrollo cultural y turístico en el futuro.
F. Urbina.
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